La economía del picante – el negocio de los chiles
¿30 a 150 euros por un kilo de chiles en Alemania? Cuando mi colega sugirió, entre risas, dedicarnos a vender chiles secos en Alemania, los números parecían prometer el negocio del siglo. Sin embargo, como suele suceder, la realidad es más compleja. Este es el primero de 5 artículos que componen la serie de la economía del chile.
El rol de la cultura gastronómica en la economía del chile
La diferencia de precios cuenta la historia de dos mundos distintos. En México, el chile es parte de nuestra vida diaria, un ingrediente casi tan básico como la sal. No es casualidad: México produce más de 3.3 millones de toneladas de chile al año, siendo el segundo productor mundial después de China. Esta abundancia, combinada con una red de distribución bien establecida y una demanda constante, mantiene los precios accesibles para el mercado local.
Europa presenta un panorama completamente diferente. Aquí, el chile seco sigue siendo un producto de nicho que debe cruzar océanos para llegar a las cocinas europeas. Es cierto que algunos países del continente tienen su propia tradición de cultivo de chiles: Italia celebra su peperoncino calabrese, Hungría es famosa por su paprika, y Turquía produce el distintivo pul biber. Cada región ha desarrollado sus propios productos icónicos: desde la explosiva Bomba Calabrese italiana hasta la refinada paprika húngara Különleges, pasando por el versátil biber salçası turco.
Evolución del mercado impulsada por factores demográficos
Pero el factor decisivo en los precios europeos es, sin duda, la demanda limitada. Aunque esto está cambiando, y Berlín es el ejemplo perfecto de esta transformación. En apenas cinco años, la ciudad ha experimentado una verdadera revolución gastronómica mexicana: de tener apenas un puñado de taquerías, hemos pasado a encontrar tacos en casi cada barrio. Impulsada por perfil cosmopolita de la capital alemana, la comida mexicana ha ganado tal popularidad que incluso restaurantes de diversos estilos y niveles han comenzado a incorporar interpretaciones de platillos mexicanos en sus menús. Un ejemplo destacado es Tupac Berlin, del reconocido chef Ariel Peralta, que ha incorporado tacos en su propuesta gastronómica, demostrando cómo la cocina mexicana y el uso del picante está encontrando su lugar en la escena culinaria más sofisticada de la ciudad.
Muchas tiendas de la ciudad ahora presumen su salsa Valentina y sus Takis (que incluso en cadenas de supermercado encontramos) como trofeos de la globalización, y cada vez se hace menos raro encontrar tortillas y chiles secos en algunos establecimientos. Pero estos productos, especialmente el chile seco, mantienen precios elevados porque la demanda actual todavía no justifica la importación de volúmenes suficientes para reducir costos de manera significativa.
Aunque decidimos no aventurarnos en el negocio de los chiles, esta disparidad de precios despertó mi curiosidad: ¿cómo funciona realmente la economía del chile? ¿Quiénes son los verdaderos ganadores en esta cadena? La respuesta está en un viaje que comienza con una simple semilla y te cuento en la parte dos de la economía del chile.